El Mito del Eterno Retorno (Friedrich Nietzsche) podría considerarse una propuesta inquietante y original, sin embargo, la teoría del filósofo alemán no surge más que como una respuesta a una de las tantas preguntas existencialistas del ser humano:
- ¿Quién soy?
- ¿De dónde vengo?
- ¿Para qué estoy aquí?
- ¿Cuál es mi función en la vida?
- ¿Todo volverá a repetirse una y mil veces? Es decir, esta vida, como ya la he vivido, ¿volverá a repetirse? ¿o simplemente pasará sin dejar mayor huella?
En ese sentido, Nietzsche no hace más que retomar las creencias míticas de muchísimos pueblos antiguos:
- Grandes civilizaciones antiguas, como el Antiguo Egipto y la cultura griega, poseían una concepción cíclica del tiempo y creían que dicha estructura circular se repetiría de igual forma eternamente.
- Pueblos primitivos o agrupaciones nómades: pueblos menos civilizados cuyos habitantes vivían en un mundo de repeticiones ininterrumpidas, donde cada acto era la repetición de un acto inagurado por un tercero:
"El primitivo, el hombre arcaico, no conoce ningún acto que no haya sido planteado y vivido anteriormente por otro… Lo que él hace, ya se hizo. Su vida es la repetición ininterrumpida de gestos inaugurados por otros" (Eliade, Mircea. “El mito del Eterno Retorno”).
Ante dicha pregunta existencialista, el mito de Nietzsche surge como una "puesta en concreto" de la misma, es decir, como una descripción más detallada y concreta de lo que sería conocido actualmente como EL MITO DEL ETERNO RETORNO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario